Las bases del Consell per la República amenazan el plan de investidura de Sánchez

Actualidad17 de octubre de 2023MARÍA ISABELMARÍA ISABEL
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El 1% de los 103.000 afiliados al Consell Per La República han pedido una consulta interna para definir el papel del Consell en el nuevo escenario político español. Un papel que los críticos quieren que sea de forzar nuevas elecciones. ¿El Consell de la República debe promover el bloqueo a la investidura del presidente en España por parte de los partidos independentistas catalanes?

La consulta que se inicia hoy y finalizará el próximo lunes 23 quiere condicionar el papel de Puigdemont, pero desde el Consell se han encargado de decir que no es vinculante. Además, las negociaciones las llevan los partidos y no el Consell de la República. Sin embargo, el resultado de la votación puede ser el detonante para que alrededor de Feliu y Ponsatí se configure una nueva candidatura independentista en las próximas autonómicas.

Ayer el diario Crónica Global publicaba una encuesta que dejaba al independentismo sin mayoría absoluta en el Parlament. ERC bajaría 4 escaños y Junts y la CUP uno cada uno. El PSC resultaría ganador con 36 diputados y la derecha, PP y Vox, obtendrían 23 diputados, la mayor representación de la historia, Ciudadanos desaparecería y los Comunes obtendrían solo un diputado más. Una cuarta lista empeoraría los resultados independentistas porque la división del voto sería letal.

Sin embargo, Carles Puigdemont está haciendo caso omiso de estos movimientos pero es consciente que los riesgos son enormes porque los más radicales del independentismo son los que dominan la calle y las redes sociales. Si Junts llega a un acuerdo será elevada al altar de los “botiflers”, los traidores, y el riesgo de declive electoral se podría acentuar. Por eso, Puigdemont y los suyos no quieren filtraciones de las negociaciones para no debilitar su posición y dar argumentos a los radicales. Quieren cerrar un pacto, o no, para explicar el contenido final y evitar el desgaste. Esta situación de inestabilidad es lo que ha llevado a Junts a enfriar expectativas de acuerdo y postergarlo hasta el mes de noviembre. Hoy empieza una carrera de obstáculos para Puigdemont con disensión interna contra la negociación. Si hay acuerdo o no es baladí, negociar en si mismo ya es una blasfemia para el radicalismo independentista.

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